Published On: 30 julio 2024

La naturaleza es el espejo más gigantesco en el que puede mirarse el ser humano, que recibe y refleja cada una de nuestras acciones cotidianas. A veces, las guarda (por un tiempo), otras (siempre), las devuelve. Además de mostrarnos los usos y costumbres de nuestra sociedad, nos refleja algo mucho más profundo: nuestra salud.

Un medio ambiente sano guarda una estrecha relación con la salud de los animales y de las personas. Este enfoque denominado One Health o “Una Sola Salud”, muy sonado en los últimos años, aunque realmente es tan antiguo como nuestra propia existencia, propone abordar conjuntamente estos tres ámbitos interdependientes. Partir de este enfoque permite avanzar desde la colaboración interdisciplinaria, un factor clave para afrontar los retos a los que se enfrenta nuestro planeta y las especies que lo habitan y a promover su salud e integridad.

Porque conservar la naturaleza es asegurar nuestro propio futuro, queremos resaltar la importancia de tres de sus recursos vitales: el agua, el aire y el suelo. Tan fundamental como su existencia es su calidad, condicionada en gran medida por su entorno y factores como el cambio climático y las emisiones de diferentes contaminantes.

La contaminación silenciosa de los recursos naturales

La actividad humana y la manera en la que establecemos intercambios con la naturaleza está generando impactos a diversos niveles: sobre el bienestar, la inseguridad alimentaria, el estrés hídrico, los fenómenos climáticos extremos, los conflictos o la salud humana. Cuando hablamos de la contaminación de los recursos naturales debido a los compuestos tóxicos se añade el factor discreto de esta contaminación, ya que las consecuencias no son perceptibles de manera inmediata, sino que es acumulativa por exposición diaria a pequeñas dosis. Los daños potenciales se generan, pues, a largo plazo.

La contaminación silenciosa por sustancias químicas afecta al suelo, a las aguas subterráneas y superficiales y al aire. Una de las preocupaciones que ha ganado terreno en las últimas décadas es la contaminación por los nitratos provenientes de la ganadería y de los fertilizantes empleados en la agricultura. Su acumulación tiene consecuencias negativas para el medio acuático y la salud humana, además, agudiza el estrés hídrico. Otra amenaza de salud atmosférica y, por ende, pública, es la contaminación causada por la mezcla de partículas en suspensión, el dióxido de nitrógeno, el ozono troposférico.

Las vías de exposición a los distintos contaminantes se producen a través de inhalación, cutánea, o por ingesta de agua y alimentos, con consecuencias nada desdeñables como para replantear la relación que mantenemos con los recursos planetarios, porque, ya hemos dicho, todo vuelve.

Diagnóstico y protección del agua, el aire y el suelo

La triada del enfoque One Health facilita la comprensión de un contexto altamente complejo, desde donde emergen investigaciones tan relevantes sobre la contaminación antropogénica y su efecto en los recursos de la naturaleza. Desde el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) se lleva a cabo una amplia investigación multidisciplinar en química, biología, toxicología, hidrología y geología para diagnosticar la situación en los diversos ecosistemas del planeta y evaluar el impacto de los contaminantes en la biodiversidad y en los seres vivos, con el objetivo de mitigar el problema, ya sea mediante el desarrollo de soluciones o la transferencia del conocimiento científico. Veamos algunos ejemplos recientes:

Agua

Se estima que solo un 9% de todo el plástico generado desde 1950 ha sido reciclado. Este dato pone de manifiesto que la mayoría de estos residuos acaban en la naturaleza, contaminando las masas de agua y los suelos. No es de extrañar que diversos estudios hayan encontrado una acumulación preocupante de plastificantes y de aditivos químicos en organismos acuáticos como delfines, ballenas, tortugas, entre otros y también terrestres, como en las aves y en sus huevos.

Estos hallazgos constatan la amenaza que supone su acumulación para la salud de los ecosistemas acuáticos y sus organismos, ya que pueden causar efectos neurológicos, carcinógenos y sobre la reproducción. Además, debido al consumo de pescados y mariscos, los contaminantes bioacumulados en estos animales pueden ingresar en nuestra cadena alimentaria, por lo que estudiar su presencia en pescados de consumo humano ha sido otra prioridad de la comunidad científica.

La huella antropogénica no es exclusiva de los entornos cercanos, ya que estos viajan a través de las corrientes oceánicas hasta lugares tan remotos como la Antártida. Proyectos como ANTOM y PANTOC además de medir los niveles de contaminantes, investigan el potencial de los microorganismos marinos de la Antártida para degradarlos.

Proyecto PANTOC

Aire

La calidad del aire también se ha visto comprometida por diversas actividades humanas, lo que supone todo un problema de salud pública a nivel global. En este sentido, también se han encontrado contaminantes químicos orgánicos semivolátiles, como retardantes de llama o insecticidas en las cordilleras europeas, demostrando una vez más las largas distancias que son capaces de recorrer. Estudios previos ya mostraban la transferencia transcontinental de contaminantes entre Norteamérica y Europa, algo preocupante dado que las sustancias se acumulan en los organismos y pueden tener efectos negativos sobre su sistema endocrino.

En nuestras ciudades, es crucial conocer los efectos de la exposición prolongada a las partículas contaminantes, ya que se relacionan con un aumento de las enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Las normativas más estrictas en materia de emisiones y la vigilancia constante de la calidad del aire han demostrado su eficacia para reducir los niveles de partículas ultrafinas en las ciudades. El proyecto RI-URBANS es un ejemplo destacado para responder a la necesidad urgente por mejorar la monitorización de la calidad del aire en Europa, para proporcionar datos más precisos y útiles, mejorando así la gestión de la contaminación atmosférica y la protección de la salud pública.

SUELO

El suelo es un recurso esencial para la producción de alimentos, el almacenamiento de agua y la regulación del clima. Su contaminación impacta directamente en los servicios ecosistémicos, pero,  además, representan riesgos significativos para la salud humana a través de la cadena alimentaria.

Un tipo de contaminación difícil de controlar es la difusa, que se produce cuando los contaminantes se dispersan ampliamente y no provienen de una única fuente identificable. Según el informe elaborado en el marco del proyecto LIBERA, la mayoría de los espacios naturales en España están afectados por esta problemática. Los contaminantes incluyen metales pesados, pesticidas, y residuos industriales que se filtran en el suelo a través de actividades agrícolas e industriales.

La mitigación de la contaminación requiere un enfoque integral que incluya la reducción del uso de productos químicos nocivos, la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y la implementación de políticas ambientales estrictas.

A pesar de la magnitud de los desafíos, la colaboración interdisciplinaria y la integración del conocimiento científico en las políticas públicas son fundamentales para abordarlos. La ciencia, además, proporciona los caminos y las herramientas hacia la recuperación y conservación de la naturaleza y la biodiversidad, que es, en última instancia, una inversión en nuestro propio bienestar.

Iria Sambruno

Comunicación y Divulgación | IDAEA